¿Conoces a esta pareja?
Marcela Lumbreras - EPAF
Son Emiliano e Isabel Pampañaupa (Tulio Loza y Ofelia Lazo), dos de mis personajes favoritos en esa caricatura de nuestra Lima y sus contrastes llamada Al Fondo Hay Sitio. Como tántos otros, Emiliano y Chabela han llegado a Lima buscando algo. Unos llegaron buscando refugio, otros llegaron buscando progreso. Ellos llegaron buscando a la hija que perdieron hace cuarenta años.
En la ficción, a la hija de los Pampañaupa se la robaron en una clínica cuando era bebé. En la realidad, al hijo de Raida Cóndor lo sacaron de un dormitorio universitario en mitad de la noche. Las situaciones son distintas, pero la angustia es la misma.
No es lo mismo perder a una hija que no saber dónde está. ¿Está viva? ¿Está muerta? ¿Pasa hambre? ¿Tiene frío? La primera vez que vi a Emiliano Pampañaupa en pantalla, se hacía estas preguntas mientras alimentaba a los pájaros, allá en su tierra. Porque para los Pampañaupa estas no son preguntas que vienen a la mente en momentos especiales, son preguntas de todos los días, de todos los momentos, preguntas que están en su mente mientras alimentan a los pájaros, mientras desayunan y mientras cocinan, preguntas que se hacen tantas veces que cuarenta años después vuelven a dejar su tierra para buscar respuestas que no llegan.
En la ficción, Bruno y Francesca Maldini (Rulito Pinasco e Ivonne Frayssinet), las personas que se robaron a la hija de los Pampañaupa, viven al frente. Los miran a la cara todos los días y les niegan saber el paradero de su hija.
En la realidad, las madres ayacuchanas fueron durante años a la base de Cabitos a preguntar por sus hijos y durante años los soldados les negaron que estuvieran allí. “No sé de quién me hablas.” “Aquí no está.” Aunque ellas mismas, su familia, sus vecinos, hubieran visto cómo se los llevaban.
La ficción no es más que una manera de explorar la realidad.
Recuerdo la escena que me hizo pensar en escribir esta nota. Doña Nelly (Irma Maury) había descubierto la verdad y amenazaba con contarle todo a los Pampañaupa. Entonces, Francesca gritó “¡ya han pasado muchos años! ¡que se olviden!” Y yo me quedé frente al televisor, preguntándome si Francesca Maldini realmente creía que en cuarenta años se hubiera olvidado de su hija.
Una de las cosas que me gusta de Al Fondo Hay Sitio es lo bien que retrata esa enfermedad, esa tara que nos impide ver al otro como un igual. Si bien todos los personajes son una caricatura, no hay un retrato degradante de los migrantes “serranos” hasta que los vemos a través de los ojos de la “pituquería” limeña. Para el espectador, Emiliano y Chabela Pampañaupa son una pareja dulce, un poco inocente, divertida por ratos. Para los Maldini (y tantos, tantos otros fuera de la pantalla) son unos ignorantes que no merecen la verdad.
En la ficción, Bruno y Francesca Maldini creen que si le dan plata a los Pampañaupa para que vuelvan a su tierra se van a olvidar de su hija.
En la realidad, hay autoridades que creen que se puede reparar a una persona por la pérdida de su familia con un carrito sanguchero.
En la ficción, los Maldini intentan “solucionar el problema” haciéndole creer a los Pampañaupa que Hermelinda (Ana Rosa Liendo), una joven huérfana, es su hija perdida. No importa que sea mentira, porque “todos están contentos”.
En la realidad, se sigue confundiendo la búsqueda de los desaparecidos con el desentierro de huesos, exhumando restos que no se analizan, analizando restos que no se entregan a sus familiares, porque total, lo importante es que “se está avanzando”.
Un paliativo no es una cura. Igual que una mentira no es una verdad.
En la ficción, Doña Nelly y Mariano Pendeivis (Marcelo Oxenford) saben la verdad, pero se callan. Doña Nelly se golpea el pecho y reza para salvar su alma. El Pendeivis amenaza con hacer las maletas porque “lo que están haciendo es un crimen”. Pero ninguno habla.
En la realidad, ¿cuántos nos callamos cuando sucedieron estas cosas? ¿cuántos nos seguimos callando ante la injusticia?
Se dice que la desaparición forzada es crimen indefinido porque una vez que sucede, nunca deja de suceder. Las personas que desaparecieron hace 30 años, hoy siguen desaparecidas. Y las personas que los hicieron desaparecer hoy los siguen haciendo desaparecer con su silencio.
Pero no sólo con el silencio, y no sólo los perpetradores.
¿A cuántas personas hemos oído decir que “ya han pasado muchos años” y “que se olviden”? ¿A cuántos hemos oído decir que las víctimas de la violencia “solo quieren plata”? ¿Cuántos consideran que un “campesino ignorante” no tiene derecho a opinar sobre las decisiones políticas que lo afectan?
El olvido, la indiferencia, la exclusión… todos estos males contribuyen a que las injusticias cometidas se sigan cometiendo.
Al Fondo Hay Sitio es una caricatura. Y como suele pasar con las caricaturas, a veces estamos demasiado ocupados riéndonos como para indignarnos. Hey, reírse es importante. Pero hagamos el ejercicio. Indignémonos un rato. Pensemos en Emiliano y Chabela y en ese crimen terrible que se ha cometido contra ellos. Que se sigue cometiendo. Pensemos en Francesca y Bruno y la impunidad en la que viven, siempre caminando por encima de otros. Pensemos en Doña Nelly y en Mariano Pendeivis, que reconocen la injusticia y se lavan las manos.
Ahora imaginemos que no hay pantalla. Que esa caricatura es el Perú. Solo que a diferencia de los personajes de ficción, cada uno de nosotros escribe sus propias líneas.
¿Qué vamos a hacer con ellas?